Ansiedad, estrés, síndrome ansioso, síndrome adaptativo, insomnio, trastorno de ansiedad generalizada... Todos son cuadros sindrómicos que la Medicina trata con ansiolíticos en su mayoría. La probabilidad de acudir a una consulta de atención primaria o especializada y salir de ella con un ansiolítico prescrito, del tipo de las benzodiazepinas (alprazolam, Lorazepam, lormetazepam etc.) es bastante elevada. Y lo es más aún, que estos tratamientos se prolonguen durante años. Es cierto que la gravedad de las situaciones clínicas es muy diversa, siendo necesaria la prescripción de estos fármacos en casos concretos; pero la cuestión es que deben de emplearse por tiempo limitado y apoyados en tratamientos psicoterapéuticos y de otro tipo, sobre todo para tratar los casos de ansiedad del día a día. Nuestro modo de vida con un ritmo frenético, sometido a cambios constantes, a la incertidumbre y a las múltiples obligaciones, que nos autoexigimos, contribuye a generar estrés en nuestro día a día, que puede transformarse en ansiedad, interfiriendo en nuestra vida diaria e impidiendo el normal desarrollo de esta. Las cifras en nuestro país son escalofriantes. Según datos de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), España es el país con mayor consumo de benzodiacepinas del mundo. Según datos de la encuesta EDADES 2022, el 9,7% de la población española había consumido ansiolíticos con o sin receta en los últimos 30 días previos a esta encuesta, mientras que el 7,2% de la población reconocía consumir a diario estos fármacos. El problema fundamental es que son prescritos por médicos, dado que solo se dispensan en las farmacias con receta. Dicho de otra forma, parece que somos bastante proclives a tirar de receta de ansiolíticos, cuando nos enfrentamos a pacientes con ansiedad o estrés. Por tanto, parece que se hace necesaria una reflexión al respecto; primero concienciando a los médicos para evitar “la medicalización de la vida”; evitando que muchas circunstancias que no son patológicas, sino situaciones vitales o de la vida cotidiana, sean etiquetadas erróneamente como trastornos de ansiedad; de otra que cuando sean necesarios estos fármacos, se empleen por tiempo limitado, acudiendo a técnicas de meditación del tipo mindfulness como alternativa terapéutica. Un estudio publicado en JAMA Psichiatry en 2022, concluye que la atención plena (mindfulness) es tan eficaz como el uso de fármacos para pacientes con trastornos de ansiedad. Y por supuesto en casos más graves, emplear psicoterapias como la terapia cognitivo conductuales llevadas a cabo por psicoterapeutas expertos.

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