Making of

Las bambalinas de 'La sociedad de la nieve'

El mundo entero ha podido admirar la belleza de Sierra Nevada gracias a La sociedad de la nieve, la última película de Bayona que está camino de convertirse en un clásico del séptimo arte. Habrá quien, pese a todo, no sepa que la historia se grabó en el macizo montañoso de Granada y habrá quien lo sitúe en el sudamericano, y ambos tendrán razón. Si bien gran parte del rodaje se realizó en la estación de esquí, la cordillera de Los Andes también estuvo presente.

A nadie sorprende que el cine es gran parte artificio –el avión de la película jamás estrelló y nadie murió– , pero los avances técnicos han permitido aún más desafiar la lógica y hacer literal eso que llaman “la magia del cine”, algo que conoce bien Melania Van. Esta joven participó, junto a su empresa, Albayzin Producciones, durante todo el rodaje de la película de Bayona y conoce perfectamente cómo se consiguió recrear el famoso accidente aéreo hasta el más mínimo detalle.

“Una empresa holandesa se encargó de montar un plató de mil metros cuadrados”, explica la granadina en referencia al parking de Los Peñones, donde se estableció uno de los tres sets que se diseñaron para grabar la película. Pero más allá del tamaño del plató, lo que destaca es la colocación de focos skypanel (uno de los dispositivos top del mercado para la iluminación) y una serie de pantallas LED que proyectaban imágenes reales, grabadas por el equipo meses antes, de los Andes. Estas imágenes, integradas después en postproducción, permitieron traer la cordillera a Granada y mostrar parte del lugar real del accidente. Estas pantallas, además, cubrían casi todo el interior del plató, pues era necesario que esas montañas falsas se viesen durante toda la película, algo que, nuevamente, es más fácil gracias a los avances tecnológicos. “Esas pantallas son como tener la mejor tele del mundo, además son inteligentes se van moviendo con la cámara”, explica Van.

La necesidad de colocar las pantallas en varias posiciones se debe a la propia película, ya que el avión no siempre permanece en la misma posición. Para esto mismo, en el plató se colocó una plataforma hidráulica que permitía subir y bajar el fuselaje del avión para adecuarlo a la necesidad de cada plano, para lo cual era también obligatorio mover la iluminación.

Cuidando hasta el más mínimo detalle

Aunque reconoce que no es lo común en “el mundillo”, Melania Van trabajó en dos departamentos de La sociedad de la nieve. Así, además de trabajar el aspecto más físico como técnica, también se encargó de la parte más creativa en el departamento de arte, donde incluso tuvo deberes, pues al poco de empezar le entregaron el guion completo y tuvo que “empollarlo”, rememora. No es para menos, pues una función fundamental de este departamento es la continuidad, para lo cual es necesario tener una visión completa de la historia.

En este departamento, una de las principales tareas de Van pasó, como no podía ser de otra forma, por la nieve, encargándose por ejemplo de ir cubriendo las huellas de los cámaras y del propio Jota (como apodaban a Bayona en el rodaje) para que no se vieran en pantalla. Del mismo modo, al caminar por la nieve esta iba, en la película, ensuciándose y dejaba de ser ese blanco nuclear del principio.

Pero no solo esto, suya ( y del resto del departamento) fue la misión de llenar de nieve el interior del avión, para lo cual elaboraron una mezcla que simulase este elemento y los esparcieron por el interior, y a veces por los propios protagonistas. La primera parte, la de llenar todo de nieve, fue fácil pues como ella misma explica “la Naturaleza no entiende de normas” y no era necesario preocuparse de dónde o cómo caía la nieve; lo complicado fue darle forma y textura a ese preparado, adaptándola a la distintas superficies donde se situaba.

Unas superficies que también forman parte de la película, pues ante la situación a la que se encuentran los personajes fue necesario tirar de imaginación y construirse ropa e incluso mochilas con los elementos del avión. Delante de cámara esta tarea recaía en Numa, Canessa y compañía, pero detrás se encargaba el departamento de arte. “Lo hacíamos todo desde cero”, explica Van, quien lo justifica con un intento de que quedase más realista, siguiendo la intención de Bayona de mostrar “una historia de amor a la vida, de cómo ellos se salvan”, para lo cual era necesario que esa ropa artesanal fuese realmente artesanal.

Espuertas con nieve usadas para la película. Espuertas con nieve usadas para la película.

Espuertas con nieve usadas para la película. / A. P.

Las necesidades propias de un rodaje, sumadas a los tres sets y los especialistas y dobles, obligó al equipo de arte a hacer varias copias de cada uno de objetos que, supuestamente, fabricaban los supervivientes. Una multiplicidad de materiales, y trabajo, que pese a todo Van no saben a dónde han ido a parar: “puede que se hayan guardado para un museo o un exposición en el futuro o que se hayan dado a algún familiar de los supervivientes reales”, teoriza.

Objetos que, insiste Van, hay que cuidar con detalle para no saltarse el famoso raccord, y pone como ejemplo la bandeja en que uno de los personajes guarda un objeto personal de cada compañero. Cartas, cadenas, relojes,... que había que hacer lo más realistas posible y mantenerlos dentro de la coherencia interna de la película. Porque quizá el cine sea todo artificio, pero es un artificio con mucho trabajo detrás.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios