Economía circular

¿Qué son los cementos bajos en carbono que tanto interesan a Europa?

Instalaciones de una planta de fabricación de cementos.

Instalaciones de una planta de fabricación de cementos. / Eduardo Parra / Europa Press

Recientemente, la Universidad de Málaga anunció que un científico de esta institución ha conseguido una de las ayudas ERC Advanced Grant (AdG) que otorga el Consejo Europeo de Investigación. Se trata del catedrático de Química Inorgánica Miguel Ángel García Aranda que, recibirá 2,5 millones de euros durante los próximos cinco años para continuar sus investigaciones que avanzan hacia el desarrollo de cementos bajos en carbono (CO2) que contribuyan a mitigar el cambio climático, pero con prestaciones competitivas.

En concreto, este proyecto de la UMA, a partir de técnicas microscópicas avanzadas en 4D (3D+tiempo), busca acelerar la hidratación de los cementos, pero manteniendo todas sus prestaciones. En una entrevista con EFE destaca la necesidad de desarrollar un hormigón que sea menos contaminante. Ello por el impacto ambiental de esta industria. Esta genera el 8 % de todas las emisiones de CO2 de origen humano. Es más incluso que el transporte colectivo, como aviones o barcos, que producen un 6%. “Este hallazgo supondrá un salto disruptivo, ya que actualmente sí que existen resultados relacionados con cementos con menor huella de carbono, pero con cinética lenta de hidratación en los tres primeros días, lo que limita mucho su uso general", explica García Aranda.

Los cementos bajos en carbono son aquellos que han sido desarrollados para reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) asociadas con su producción. La fabricación de cemento tradicionalmente ha sido una fuente significativa de emisiones de CO2 debido al proceso de calcinación de la piedra caliza, que libera CO2 como subproducto.

Los cementos bajos en carbono pueden lograr esta utilizando materias primas alternativas que requieren menos energía para producir, empleando tecnologías más eficientes en la producción de cemento, o incluso capturando y almacenando el CO2 generado durante la fabricación del cemento.

Estos tipos de cemento son parte de los esfuerzos de la industria para mitigar su impacto ambiental y contribuir a la lucha contra el cambio climático al reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Solo el año pasado se consumieron 4,3 gigatoneladas de cemento en todo el mundo. O lo que es lo mismo, 15 kilómetros cúbicos de hormigón. Todo lo que cabe en un hipotético cubo que abarcara desde la Catedral de Málaga hasta los municipios de Torremolinos y Pizarra y hasta al límite entre la troposfera y la estratosfera.

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