Análisis

SERGIO PASCUAL AMANDA RODRÍGUEZ

Diputado andaluz de Podemos en la Comisión de Fomento Ingeniera de Caminos, Canales y Puertos por la UGR

Granada sin tren o la política de la mediocridad

Con arreglos, un Talgo a Madrid por Moreda tardaría poco más de lo que lo hará el AVE

Granada camina rumbo a cumplir los tres años y medio sin conexión ferroviaria. Son más de 1.200 días en los que se han vertido ríos de tinta sobre la futura llegada del AVE. Los y las granadinas ya saben lo que es el ancho UIC, lo que cuesta un kilómetro de alta velocidad, en qué consiste un intercambiador, o quién es la ASF (Agencia de Seguridad Ferroviaria).

De lo que no se ha hablado tanto es de las razones por las que, de la noche a la mañana, un 7 de abril de 2015 se decidió suspender la conexión de Granada con Madrid. No había -ni hay- absolutamente ninguna justificación técnica para la suspensión del tren Talgo Granada-Madrid, que históricamente unía ambas capitales. La prueba de ello es que esta línea sigue funcionando hoy para las conexiones turísticas del tren Al-Andalus y diariamente con la ciudad de Almería.

Las consecuencias de aquella decisión las conocemos. En el año 2017 el 'combo' tren-bus (tren hasta Antequera y bus hasta Granada) fue utilizado por unos 11.000 usuarios al mes, mientras que en 2014 la media mensual superaba los 20.000. Las cifras no engañan.

Lo que no conocemos son las razones de aquella decisión. ¿Qué podría haber detrás de una decisión tan 'irracional'?, ¿por qué no esperar a la nueva línea AVE antes de suspender el histórico Granada-Madrid?

Reformulando la pregunta, ¿por qué suspender un servicio ferroviario que se demoraba en torno a cinco horas, y que con inversiones menores en el tramo de Alcázar de San Juan a Granada, podría reducirse a cuatro horas, poco más de lo que va a tardar la nueva línea de AVE?

La respuesta hay que buscarla en la diferente naturaleza de ambos servicios. Efectivamente, mientras el Talgo Granada-Madrid forma parte de las Obligaciones de Servicio Público y sus tarifas están subvencionadas por su utilidad pública, la red AVE, en la que los españoles y españolas hemos invertido más de 50.000 millones de euros, no lo es.

En la práctica esto significa que el Talgo, que podría estar haciendo el trayecto en apenas 45 minutos más que el AVE, costaría la mitad que este.

No hace falta ser un mago de los negocios para entender que el costosísimo AVE a Granada sería un servicio infrautilizado y que el Talgo, por su oferta de calidad-precio, mantendría las elevadas tasas de uso que siempre tuvo.

Convendría concluir, por tanto, que Granada no tiene tren hoy por pura estrategia política. ¿La causa? Una hoja de ruta de políticos mediocres que buscaron salvar la cara -su cara- de una inversión mal diseñada, sin rumbo alguno y a todas luces, deficitaria.

Tras soportar el estado de letargo instaurado por el anterior Gobierno, los granadinos han vuelto a escuchar en las últimas semanas fechas muy dispares de llegada de la ansiada infraestructura. El sopor y la desesperación colman la paciencia de la ciudadanía. Y es que ya va siendo hora de que un Gobierno -el que sea- reconozca la realidad y deje de castigar a los granadinos y granadinas por los errores de sus nefastos gestores precedentes.

La solución está al alcance de la mano. RENFE, con recursos propios, mañana mismo podría poner en marcha el tren Granada-Madrid por Moreda. ¿Coste? Ninguno, simple voluntad política. La cuestión es: ¿Tienen esa voluntad nuestros gobernantes?

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