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Daniel Doña reivindica las tradiciones del pueblo español en su nuevo montaje

  • El bailarín granadino rinde homenaje a las danzas y músicas tradicionales de este país en 'Psique', su última y novedosa producción

  • El espectáculo se estrenará el sábado en Madrid

¿sería España la misma sin sus tapas, sus pinchos, su flamenco, sus verdiales, su Semana Santa, sus jotas, su queimada, sus Fallas, sus Sanfermines, su Feria de Abril? Nos gusten más o menos, las tradiciones, señala Daniel Doña (Granada, 1977), son "importantísimas" porque "nos enseñan a ser quiénes somos y, en buena medida, determinan nuestra identidad". "A mí no me da miedo decir que soy español", dice acto seguido el bailarín. Precisamente, el artista reivindica las tradiciones del pueblo español en Psique, un nuevo espectáculo que presentará el sábado en el Centro Cultural Eduardo Úrculo de Madrid.

"El punto de partida de esta producción es la danza y la música tradicional. Yo trato de reinterpretarla", explica el artista, que durante meses ha llevado a cabo "una profunda investigación de las tradiciones españolas" con la ayuda del orientador histórico José Luis Gutiérrez. Doña además ha perfilado los aspectos musicales y dancísticos en compañía del grupo de folclore salmantino Mayalde. "Nos fuimos a una aldea de allí con ellos para ver cómo tocaban esos instrumentos tradicionales y cómo bailaban", relata entusiasmado.

El artista ha contado con la ayuda del grupo de folclore Mayalde y de un orientador histórico

El coreógrafo también se ha inspirando en vivencias personales para crear Psique. "La escenografía que propone Elisa Sanz es un espacio circular, hecho de madero. Ese círculo se convierte durante un momento en un pequeño tablao. Ahí es donde reflejo mi potencial flamenco, todo lo aprendido en las cuevas, en las salas de fiestas y en los tablaos granadinos donde trabajé cuando era joven", cuenta el granadino, que adelanta que harán "una parada en la Semana Santa" y en la Navidad. "Le recordaremos al público esas zambombas navideñas en compañía de la familia. ¡Todos hemos utilizado una botella de anís para festejar!", exclama entre risas.

El resultado, en palabras del granadino, es "un elaborado viaje por toda España a nivel musical y dancístico". Castilla y León, Valencia, Cataluña, País Vasco y Andalucía, entre otras comunidades, se verán representadas a nivel cultural en el nuevo montaje de Doña. "Siempre he hecho muchos homenajes a mi tierra en casi todos mis espectáculos, pero esta vez no", dice acerca de Psique, donde rescata y da valor al "rico patrimonio cultural español".

Doña se rodea en Psique de un equipo de colaboradores habituales como el bailarín Cristian Martín, el cantaor David Vázquez y el director escénico Jordi Vilaseca, "una pieza clave y fundamental" en sus producciones desde hace cinco años.

Cuanto más se acerca a expresiones contemporáneas del movimiento, más necesita el artista conocer la tradición. "Es de donde bebemos. De ahí viene el flamenco y la danza española. Es importantísimo que mi generación y la nueva hornada de bailarines conozcan la tradición y hacia donde se proyecta", reflexiona. ¿Una coreografía flamenca puede ser ortodoxa y rabiosamente vanguardista? "Sí. Eso es lo que ponemos en valor en este montaje", contesta el artista, que recuerda que el teatro de hoy, como dijo Salvador Távora, "tiene que saber andar hacia el futuro en zapatos viejos".

Cuando se le pregunta a Doña por su estilo, que claramente va más allá de la danza española -de hecho este año su compañía paso a llamarse compañía de danza sin el apelativo de española-, él admite que sólo atiende a su yo interior, sus necesidades y sus inquietudes. "A veces me he sentido un incomprendido, pero por eso me empeño en educar el ojo de los espectadores", confiesa. El artista se define como "un kamikaze y un loco" porque hace mucho tiempo que dejó de hacer "espectáculos a la carta" para crear lo que le diese la gana. Por lo pronto, el granadino se conforma con "no ponerse límites a nivel creativo".

El principal reto de la danza en los próximos años, apunta Doña, es "sobrevivir". "Estamos pasando por una situación muy complicada. Nos estamos acostumbrando a sobrevivir en este estado de continuo sueño, dejadez. El público español consume poca danza y los programadores apoyan cada vez menos este arte", reprocha. El bailarín critica también que la programación se diseñe en función de la "viabilidad económica del espectáculo": "La calidad de un montaje no se puede valorar por las entradas que venden. La cultura es un servicio público". A pesar de las aciagas circunstancias, el bailarín no se rinde. "Por amor llegué y por amor me quedaré en la danza", concluye.

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